Yadid Rojas, quien por 43 años ha estado al lado del secretario general de Ferrominera del Orinoco, Rubén González, relató cómo ha cambiado la vida a la familia completa, luego que al encerrar al dirigente sindical las fuerzas de seguridad también la han emprendido contra hijos y yernos, lo que ha afectado emocionalmente hasta a los nietos de la pareja


Dos años y medio lleva privado de libertad el secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera del Orinoco, uno de los más robustos del país y que el trabajador del acero ha dirigido con temple de hierro, siempre en defensa de los ingresos y demás beneficios de la clase obrera, por más de dos décadas. El de Rubén González es uno de los casos que mejor ilustran lo paradójico de los gobiernos chavistas, que dicen estar a favor de los trabajadores, pero en sus manos se han perdido los contratos colectivos y el poder adquisitivo del salario y se ha desmantelado prácticamente el movimiento sindical.

Pero no es solo al trabajador metalúrgico, de 61 años, a quien se le violan los DDHH y se le coloca tras las rejas por manifestarse en contra de las políticas del mandatario Nicolás Maduro, la familia ha sido objeto también de la saña por parte de los cuerpos represores del Gobierno, como relata la esposa de Rubén González, Yadid Rojas, quien ha acompañado las luchas de su marido desde hace más de 43 años y quien detalla las dificultades y la persecución que ha vivido su familia en este lapso donde el dirigente ha estado tras las rejas.

Ninguna consideración para familia de Rubén

“Se lo llevaron a él preso, pero arremetieron contra todos mis hijos. A mi hija mayor le allanaron la casa, su esposo y mi hijo varón tienen orden de captura; a ellos los despidieron de sus trabajos y ellos vivían de su salario. Les ha tocado difícil, la empresa dejó de pagar hasta el colegio de los niños, no tuvieron la menor consideración, dos de ellos perdieron el año escolar”, relató Yadid Córdoba a TalCual.

El coronavirus agravó situación de Rubén

Fue el 29 de noviembre de 2018, cuando Rubén González fue detenido en una alcabala de la ciudad de Anaco, estado Anzoátegui, por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar. Aunque es un civil, lo juzgó el Tribunal Militar Décimo Quinto de Control de Maturín, estado Monagas, y le condenó a cinco años y nueve meses de prisión.

Al momento de su aprehensión, González regresaba de participar en Caracas de una manifestación en protesta por el incumplimiento de los contratos colectivos y por el irrespeto a las tablas salariales. A pesar de que su condena fue de menos de ocho años, se le dejó igualmente encarcelado.

Pérdida de la comunicación con Rubén

-¿Antes de la pandemia cuál era la situación? ¿cómo estaban haciendo para trasladarse?

“Nosotros viajábamos el fin de semana, que es cuando tiene visita. Ese fin de semana antes de la cuarentena lo visitamos y él se estaba sintiendo mal. Tenía gripe y mucha fiebre. Luego perdimos comunicación con él porque no tiene teléfono. El miércoles 15 de abril volvimos a tener contacto con él cuando del centro penitenciario nos llamaron, dijeron que estaban preocupados por su salud, y nos pidieron que buscáramos un centro médico en Maturín, que lo iban a trasladar ya que no tenían recursos para atenderlo, llamó un mayor asistente del director del penal”, contó Yadid Córdoba.

“Hablamos con unos amigos –continuó-  y lo pudieron atender en el Centro Clínico de Maturín, donde le normalizaron la tensión. Lo recibieron en la tarde y le dieron de alta en la noche, le colocaron tratamiento porque tenía una infección en la orina, le hicieron una resonancia magnética y le detectaron un problema congénito en los riñones, que están muy juntos y los conductos no se completaron debidamente, y por eso las infecciones urinarias”.

Agravamiento del cuadro de salud de Rubén

La salud de Rubén González ha empeorado. Por su edad, debe tener una dieta adecuada, comer saludable y hacer ejercicios, pero en el lugar donde se encuentra lleva una vida sedentaria y no come adecuadamente, por eso se ha complicado con ese problema de las infecciones, que le producen las crisis hipertensivas.

“El doctor le comentó que él debe someterse a una cirugía donde le puedan corregir el problema, porque de lo contrario van a continuar produciéndose las complicaciones”, indicó la señora de González.

Toda una familia afectada

-¿Cuál ha sido ahora la dinámica en la familia? ¿Cómo les cambió la situación con la detención de Rubén González?

-Ha sido de verdad bastante complicado. Él es una persona que se hace sentir; tenemos 12 nietos y cada nieto que cumple años él es el que le canta el cumpleaños. Está pendiente de todos sus hijos, todos los días toma café en casa de la mayor. Una de las nietas, ocho meses después de él estar preso, le comenzaron a salir unas manchas en la piel. La llevaron al médico y le diagnosticaron un vitiligo emocional. Él la visitaba todas las mañanas porque la mamá trabajaba con él y la ausencia le pegó mucho, como es calladita, comenzó con eso; fue llevada a terapia psicológica.

«A otro de los nietos llamaron a la mamá desde la escuela diciéndole que el niño no estaba igual, que lucía pensativo, preocupado, le preguntaron si había algún suceso en la familia ya que el niño estaba teniendo otras actuaciones en el colegio; la mamá explicó y al niño lo llevaron al psicólogo porque no quería avanzar, el cambio se notó bastante porque es un niño extrovertido», agregó.

Situación difícil de entender

“Él me pregunta ¿hasta cuándo va a estar lejos el abuelo? ¿Cuándo vuelve? Y uno se preocupa. Nuestra hija tiene una hija que tuvo crisis depresivas, llorando por todo; no quería continuar en el colegio. Ha sido muy difícil porque él es un padre siempre presente, y todos los días al hijo que no visita lo llama”, añadió.

Indicó que, para poder visitarlo, antes del coronavirus, tenían que viajar 250 kilómetros. Tres horas y media en carro “y a veces no podemos llevarlos a todos. Cada fin de semana decidíamos a quiénes llevar. Hay uno de los nietos que juega béisbol y llevaba para allá el guante y la pelota, quería jugar con él, cuando lo veía le preguntaba por qué ahora trabaja tan lejos. No le decimos que está preso porque se supone que la gente va presa porque hace algo malo. Sería difícil de entender”.

Intimidación hasta a los amigos

“Para las nietas grandes –explicó Yadid Córdoba- ha sido también difícil. Una de ellas entró en crisis depresiva, se pasó la máquina por el cabello, recortándolo, y no quiso ir más a la universidad. Ella sí sabe la situación, tiene 19 años. En los primeros meses estuvimos complicados con ella y la mamá, se quisieron ir del país y no pudieron; a la mamá le allanaron la casa, estuvieron tiempo viviendo separados, ellas conmigo, los otros nietos con la otra abuela”.

La esposa de Rubén González contó que los vecinos siempre estaban pendientes durante las acciones contra la familia. “La policía hacía patrullaje a altas horas de la noche, estaban por ahí siempre y los vecinos estaban alertas, nos avisaban, nos decían ‘cuidado se los llevan, vienen por allí, el CICPC, el Conas’. A algunos vecinos los tuvieron amenazados, perseguidos, atemorizándolos. Todo eso ha afectado a la familia”.

Continuar la lucha

Hablando con mucha seguridad y transmitiendo la inquebrantable fe en Dios que le sostiene, Yadid Córdoba aseguró que han sobrevivido a las arremetidas y siguen luchando. “Mi esposo también se complica con su salud por las preocupaciones; yo he tenido que controlarme la tensión, es algo que preocupa a todos, a él no se le ha podido llevar el tratamiento”, relató.

-¿Qué dicen los abogados? ¿Cómo marcha el proceso de la apelación?

-Ellos apelaron y esa audiencia fue fijada para finales de marzo, pero días antes hubo la cuestión de la cuarentena, fue suspendida y no hemos tenido más noticias. No han dicho para cuándo. Nosotros tratamos de mantener comunicación con ustedes los periodistas que están pendientes de la familia y son quienes llevan la noticia, para seguir pidiendo al Gobierno la libertad para mi esposo.

Algo monstruoso

-¿Cuál es la reflexión que usted hace, ante un líder sindical en esta situación, con un mandatario que se decía presidente obrero?

-Mi esposo tiene 28 años de ejercicio sindical. Es la segunda vez que está preso, la misma pauta del Gobierno, sea con Chávez y Maduro, eran de la misma corriente. Lo que decimos a todos es que este es un gobierno anti obrero y que ha destruido el país, un gobierno que atenta contra un líder sindical que defiende los derechos de los trabajadores y sus beneficios ¿cómo va a querer el beneficio para un pueblo?

«Lo que decimos a la gente es que no podemos estar a favor de un gobierno que ha destruido al país y lo que ha hecho con mi esposo y con mis hijos. ¿Qué necesidad tenían de atentar contra ellos? Sus hijos, sus empleos, es algo bastante monstruoso. No fue nada más una persecución contra mi esposo, sino contra toda la familia y los allegados de la familia que también los han perseguido, amenazado, diciéndoles que no sigan dando declaraciones porque se los van a llevar presos. No puedo decir nada bueno de un gobierno que trata así a su pueblo», indicó.

Una misión

-¿Qué mensaje tiene para los líderes trabajadores que ven el caso de Rubén y la ven a usted que quedó sola al frente de la familia?

-Mi mensaje para esos líderes es que no se cansen de luchar, que la verdad prevalece sobre la mentira. Dios ha dado una promesa a esas personas que luchan y se mantienen en la verdad y lo que Dios dice se cumple. Aunque estemos viviendo lo contrario y creamos que no vale la pena, sí es valioso luchar por defender la verdad. Dios nos va a recompensar en su momento. Todos debemos pasar por un desierto para obtener una tierra prometida; no conocemos un líder que haya llegado a la cima sin tener tropiezos y vencer los obstáculos. Aunque haya tropiezos y amenazas, esto es necesario pasarlo y vencerlo para finalmente poder traerle al pueblo la tranquilidad. Si se cansan ¿quién va a ver por el pueblo? Esa misión, que no la abandonen, nosotros cómo familia no vamos a desistir, es una misión que tenemos sobre la tierra.